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Crónicas
10/07/2007
El último de la VIII Legislatura.
No hacía falta que celebráramos el Debate del Estado de la Nación de la pasada semana para saber que estamos metidos de lleno en el tramo final de la VIII legislatura. Pero tras el mismo, es todavía más claro que ésta ha dado ya lo mejor, y lo peor, de sí misma. Y que, por lo mismo, prácticamente todo consiste, en adelante, en preparar (por decir algo) el sprint final de la carrera.
Esto tiene aplicación, en mayor o menor medida, al conjunto de los corredores, equipos y jefes de fila, del Congreso, pero, de forma especial, cómo no, a Zapatero y Rajoy. Es evidente que quienes más se jugaban en el debate del llamado Estado de la Nación eran uno y otro. Incluso de forma personal, más allá de sus grupos parlamentarios y/o partidos políticos.
Pues bien, mi impresión es que, para las expectativas y temores que, de seguro, les asaltaban a ambos en las vísperas del debate, la conclusión es que las cosas siguen, más o menos, como antes. Nadie ha resultado definitivamente derrotado. Y consiguientemente nadie ha resultado, tampoco, definitivamente victorioso. Sigue la pelea entre ambos. En adelante, eso sí, con tintes todavía más acusadamente preelectorales.
Nada nuevo, claro, en esta legislatura en la que la impresión dominante ha sido, en todo momento, que fue tal el susto que se llevaron , por razones opuestas, tanto quien accedió imprevistamente al poder como quien, no menos imprevistamente, se vio despojado de él, que hoy es el día en el que ni uno ni otro han terminado de hacer la digestión plena de ello. Y ahora mismo, cómo no, es ya tarde.
Al resto de los grupos y protagonistas, los llamados minoritarios, nos toca, para empezar, tomar nota de ello y, si es posible, sacar algún provecho para nuestros propios proyectos e ideas.
Mucho cabría hablar y matizar, también, al respecto. Es evidente, por ejemplo, que aquellos grupos que más entusiasmados arrancaron la legislatura respecto a Zapatero, terminan notablemente más desencantados, por decir algo. El caso de ERC es especialmente paradigmático al respecto. También algo el de IU-ICV, aunque menos. También eso nos enseñó el debate de la pasada semana.
Quienes iniciamos esta legislatura, con ganas y necesidad sicológica de alejarnos de la era Aznarista absolutista de la VII, pero sin grandes esperanzas, al menos en el caso de los vascos, de la llegada de un presidente que inauguraba la VIII uniendo sus votos con los del PP para aquel no tajante de Febrero de 2005 al Nuevo Proyecto de Estatuto del País Vasco, entramos en el tramo final que inaugura oficialmente el debate de la pasada semana con la frialdad de los análisis que en el mismo realizó nuestro portavoz, Iosu Erkoreka. (El caso de CiU es en parte parecido y en parte distinto). Pero en nuestro caso, los datos cantan. Esta ha sido una legislatura “de talante”, cómo negarlo. Ha sido, incluso, una legislatura en la que hemos concluido acuerdos parciales, alguno de cierto peso, como el presupuestario del pasado año. Pero ha sido, también, la legislatura en la que, respecto al País Vasco, al hecho de no permitir ni siquiera debatir un nuevo proyecto, se le ha añadido el de negarle tajantemente desarrollar el que tenía, el Estatuto de Gernika. Una legislatura, a este respecto, peor que la primera de Aznar, aquella en la que, al igual que a Zapatero en ésta, le hacían falta votos para sacar adelante sus ideas y proyectos. Y aquél, al menos, chalaneaba, como afirmó Erkoreka.
Esta es la realidad. Que, por lo demás, se vio confirmada plenamente a la hora de votar las resoluciones, donde volvió a ocurrir exactamente lo mismo: cerrazón a todo atisbo de desarrollo estatutario y acuerdos parciales en unos casos con el PSOE, en otros gracias al apoyo del PP, lo que nos permitió sacar adelante cinco resoluciones, toda una cosecha dados los tiempos que corren.
Y así quedan las cosas oficialmente hasta el mes de septiembre. Aunque convendría no olvidar lo dicho: estamos metidos de lleno en vísperas preelectorales. Y ya se sabe: cualquier cosa es posible en épocas tales menos el de estar quieto y no hacer gestos, cambio de Ministros/as incluido si es el caso.
PD: Del tema del terrorismo, nada nuevo. Se habló, mucho incluso, pero sin provecho reseñable, una vez más.
Nuestros Autores
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Aitor Esteban